Cuando abrí
Halo, mi primer gimnasio boutique en Barcelona, no tenía ni idea de que los desafíos a los que me enfrentaba acabarían dando lugar a una empresa tecnológica. En aquel momento, lo único que quería era crear un espacio donde la gente pudiera entrenar duro, sentirse apoyada y salir más fuerte de lo que había llegado.
El gimnasio era pequeño —solo seis personas por clase—, pero la ambición era grande. Queríamos combinar fuerza y resistencia de una forma personal, casi como entrenar con amigos en lugar de hacerlo en un estudio impersonal. La energía era increíble. Los clientes elogiaban nuestro espacio inclusivo, se lo contaban a sus amigos y el boca a boca crecía rápidamente.
Pero detrás de las cámaras las cosas no eran tan fluidas. Manejábamos horarios y planes de entrenamiento en hojas de cálculo, perseguíamos pagos por WhatsApp, calculábamos manualmente las horas de los entrenadores e intentábamos seguir qué cliente tenía qué objetivos.
Yo pasaba horas por la noche, después de que terminaran las clases, ahogado en tareas administrativas en lugar de celebrar los progresos de mis clientes.
No tardé en darme cuenta de que dirigir un gimnasio boutique es un negocio de pasión — pero la pasión por sí sola no paga las facturas.
Cada plaza vacía en una clase significaba ingresos perdidos.
Cada seguimiento perdido con un nuevo contacto significaba menos clientes.
Cada tarea manual significaba menos tiempo para lo más importante: entrenar a las personas.
Ahí fue cuando nació la idea de Orlo.
Creado en un gimnasio, para los gimnasios
A diferencia de las plataformas que intentan servir a todo tipo de negocios de fitness, Orlo nació dentro de un gimnasio boutique real. Lo construí para sobrevivir. Necesitaba una forma de:
- Automatizar reservas, cancelaciones y listas de espera — y reducir las inasistencias (no-shows).
- Ver qué clases funcionaban bien y cuáles no.
- Recoger comentarios reales de los clientes y entender qué entrenadores estaban rindiendo y cuáles no.
- Registrar el progreso para que los clientes pudieran ver los resultados de su esfuerzo.
- Enviar recordatorios para que las plazas de inasistencia se convirtieran en asientos pagados.
- Gestionar membresías, bonos y pagos sin dolores de cabeza.
- Recuperar mis noches de la administración para poder centrarme en hacer crecer la comunidad.
Mi formación es en programación, así que empecé a construir una solución. Al principio era un sistema de reservas increíblemente feo. Luego cambiamos el papel y los portapapeles por una función de seguimiento de peso. Después llegaron los recordatorios de clase por WhatsApp, los cargos automáticos por inasistencia y, más tarde, una planificación más inteligente. Pieza a pieza, fue creciendo hasta convertirse en una plataforma.
El punto de inflexión llegó cuando uno de mis entrenadores dijo:
“Esta app me facilita el trabajo, pero en realidad me convierte en un mejor entrenador. Conozco mejor a mis clientes porque tengo todos sus objetivos y progreso delante justo cuando lo necesito.”
Ese fue el momento revelador. Orlo no se trataba solo de ahorrar tiempo. Se trataba de crear mejores experiencias para clientes y entrenadores, lo que a su vez mantiene felices a los entrenadores y hace que los clientes vuelvan. Retención y crecimiento, impulsados por la automatización. No era solo una herramienta. Era la estructura sobre la que nuestro negocio empezó a prosperar.
Orlo son las vías; nuestro gimnasio es el tren.
De un gimnasio a muchos
Fueron nuestros clientes quienes nos empujaron a compartir Orlo. Repetían que era la mejor app de gimnasio que habían usado y que debíamos ofrecerla a otros estudios.
Eso empezó a darme la confianza para probarla fuera de nuestras propias paredes. Me puse en contacto con
Víctor y Rocio en
FitMastery — eran ex-entrenadores en Halo y conocían muy bien la app.
Estaban deseando hacer un piloto. Lo que no sabía entonces era que se estaban ahogando en tareas administrativas. Migramos sus horarios y pagos, y Orlo se encargó en segundo plano de las reservas, los recordatorios y el seguimiento del progreso. Justo después del lanzamiento, de repente se encontraron sin saber qué hacer con su tiempo. Pasaron de reaccionar constantemente a peticiones a que todo funcionara sin fricciones, prácticamente solo.
Probarlo en otro gimnasio demostró que el modelo escala: la misma automatización que mantenía nuestras clases llenas y a nuestros entrenadores preparados podía hacer lo mismo por otros.
Por qué existe Orlo
Orlo se construye sobre tres creencias simples:
- El crecimiento es medible. Un gimnasio debe poder ver los ingresos que genera cada mes —gracias a inasistencias recuperadas, ventas adicionales, recomendaciones y una mejor retención—.
- El tiempo es la moneda más valiosa. Cada hora ahorrada en administración es una hora que dueños y entrenadores pueden dedicar de forma estratégica: construir relaciones, entrenar y experimentar con nuevas ideas para sus clientes.
- Los clientes deben amar la experiencia. Si les resulta fácil reservar, seguir su progreso y sentirse conocidos por sus entrenadores, se quedarán más tiempo y recomendarán el gimnasio.
Estas creencias dan forma a todo lo que construimos. Ya sea con cargos automáticos por cancelaciones tardías, planes personalizados para clientes o una planificación inteligente de clases, el objetivo siempre es el mismo: ayudar a los gimnasios pequeños a crecer, retener y automatizar.
Una empresa de software diferente
La mayoría del software de fitness está diseñado para grandes cadenas. Suele estar saturado de funciones que los gimnasios pequeños no necesitan, es poco intuitivo y demasiado caro. Orlo es diferente. Creemos que el fitness boutique arraigado en la comunidad es el futuro del fitness, y nuestro propósito no es solo capacitar a nuestros gimnasios, sino también ser abanderados de lo que hacen.
- Precios simples: Cobramos una pequeña tarifa de configuración y un porcentaje de los ingresos—solo ganamos cuando los gimnasios ganan.
- Sin niveles, sin límites: Cada gimnasio obtiene todas las funciones. Sin upsells, sin barreras.
- Local primero, listo para global: Empezamos en Barcelona, pero construimos para gimnasios independientes en todas partes.
- La experiencia primero: Creemos que los clientes deben disfrutar usando Orlo tanto como los gimnasios.
El camino por delante
Hoy, Orlo es utilizado por gimnasios y entrenadores independientes que comparten la misma pasión que yo tenía cuando abrí por primera vez: cambiar vidas a través de la fuerza, la resistencia y la comunidad.
Pero esto es solo el comienzo. La visión es hacer de Orlo el motor invisible detrás del fitness boutique en todo el mundo —el asistente que nunca duerme, el sistema que genera ingresos mientras los dueños descansan, la plataforma que hace que cada cliente se sienta reconocido y cada entrenador brille.
Porque, al final del día, dirigir un gimnasio boutique no debería sentirse como ahogarse en hojas de cálculo.
Debería sentirse como lo que te propusiste hacer desde el principio: ayudar a las personas a ser más fuertes, más sanas y más felices.
Por eso existe Orlo.
Steve Brewer